¿Alguna vez te has preguntado cómo se da color a los alimentos? La respuesta es a través de pigmentos. Los pigmentos son sustancias químicas que a través de un proceso muy simple pueden brindar el color que uno busca a cualquier tipo de alimento, estos pigmentos se pueden dividir en dos categorías: naturales y artificiales.
Los pigmentos naturales son aquellos que se obtienen de fuentes naturales, como frutas, verduras, insectos y hierbas. Algunos ejemplos de pigmentos naturales incluyen la clorofila, que da color verde a las hojas, y la betalina, que da color rojo a la remolacha y a algunas frutas. Los pigmentos naturales son una opción saludable y sostenible para dar color a los alimentos, ya que no contienen químicos artificiales y se obtienen de fuentes naturales.
Los pigmentos artificiales, por otro lado, son aquellos que se sintetizan químicamente en el laboratorio. Algunos ejemplos de pigmentos artificiales incluyen el rojo 40 y el amarillo 6, que se utilizan ampliamente en la industria alimentaria para dar color a una amplia variedad de productos, desde bebidas hasta dulces y alimentos procesados. Aunque los pigmentos artificiales pueden tener algunas ventajas innatas de los productos sintéticos, estos traen en contramedida una serie de desventajas dañinas para los consumidores. En primer lugar, pueden contener químicos artificiales que pueden ser perjudiciales para la salud y el medio ambiente. Además, algunos pigmentos artificiales pueden causar reacciones alérgicas y tienen efectos secundarios conocidos.
Por esta razón es que los colorantes naturales están viviendo una fuerte tendencia positiva en su aplicación en múltiples productos alimenticios y cada vez es menos frecuente el uso de colorantes artificiales en los productos del día a día
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